lunes, 6 de agosto de 2012

LAMBAYEQUE DURANTE LA GUERRA DEL PACIFICO

El 12 de Febrero de 1,879 el gobierno de Chile declaro la guerra a Bolivia, posteriormente el día 5 de Abril amplió su pretensión expansionista declarando la guerra a nuestro país, guerra en la que no solo perdimos una buena parte de nuestro suelo patrio, sino que también sufrimos humillaciones y vejaciones, los chilenos tuvieron un comportamiento inhumano e hicieron gala del dicho de Breno “Hay de los vencidos”.

A los políticos nacionales no les tomo tan de sorpresa esta declaratoria por parte de Chile, al principio, la reacción del peruano común y corriente fue la de mantenerse indiferente al problema de la guerra. José Gómez Cumpa en su trabajo “Economía agraria de Lambayeque y la guerra 1879 – 1886”, nos manifiesta lo siguiente: “Es necesario señalar la precariedad y la poca importancia real que se dio inicialmente a las noticias de la guerra, el ambiente provinciano simplemente tuvo un ingrediente más para las disputas caudillescas tan comunes en la vida política local de la época”

En el departamento las autoridades algo pretendieron hacer y elaboraron un proyecto para preparar a los ciudadanos a defender la patria, había que enseñarles a manejar un arma o un rifle, darles una instrucción militar que al entrar a un combate les permita eliminar al enemigo.

Se procedió a dividir el departamento en 9 zonas (Cuadro Nº 1), cada una a cargo de un militar, en algunos casos se nombró a civiles a los que se les improviso un rango castrense que en la práctica no supieron impartir instrucción, o simplemente nadie asistía a estas convocatorias.

CUADRO Nº 1

Zona 1: Lambayeque, San José, Mórrope, Batán Grande, y Mochumí a Jayanca; al mando del sargento mayor Rafael Delgado.

Zona 2: Jayanca a Olmos, La Viña y Salas a Cañaris; al mando del sargento mayor Félix Barandiarán.

Zona 3: Ferreñafe, Chacupe, Capote, Picci; al mando del coronel Juan Manuel Iturregui y Montalvo.

Zona 4: Pomalca, Combo, Chiclayo, Samán, Collud, Calera, Calupe, Pucalá; al mando del capitán Cipriano Jiménez.

Zona 5: Reque, Monsefú, Pátapo, Tumán, San Miguel, Chongoyape, Carvajal, Luya, Vista Alegre, Bella Vista, Vista Florida, Miraflores; al mando del coronel Manuel Diez.

Zona 6: Lagunas, Villa y Puerto Eten, Santa Rosa, Pimentel, Cayalti, Chumbenique, Salitral, San Antonio a cargo del sargento mayor Germán Cáceres.

Zona 7: Rafán, Ucupe, Palomino, Otra Banda, Potrero, Viña, Culpón, Oyotún; al mando del sargento mayor Ricardo Baca.

Zona 8: Sipán, Pampa Grande, Tablazos, Huaca Blanca, al mando del sargento mayor Abelardo González.

Zona 9: Tabacal, Almendral, Tinajones, Carniche, al mando del sargento mayor Nicolás Salazar. (1)

Sir Clements Robert Markham en su libro titulado “La Guerra entre Perú y Chile”, que fuera traducido al español por Manuel Beltroy, manifiesta en las páginas 200 y 201, lo siguiente:

“Durante el mes de setiembre se organizó una expedición chilena fuerte de 3,000 hombres y se le encomendó a cierto capitán Lynch perteneciente a la escuadra chilena y de origen irlandés. A la sazón que contaba cerca de sesenta años, pero que todavía era activo y enérgico, … las instrucciones del capitán Lynch, estaban en absoluta pugna con los usos bélicos de las naciones civilizadas. Al comenzar esta gira los jefes chilenos, habían declarado que sus tropas no harían la guerra a la propiedad privada; que solo iban a pelear con el enemigo en campaña; que los intereses y la honra de la población civil estarían cobijados por el glorioso pabellón chileno; que traían protección a todos los habitantes pacíficos y desarmados y que sus personas y propiedades serían sagradas e inviolables (2)

Durante el conflicto bélico pusieron en práctica una táctica contraria a la que pregonaron, que fue criminal y despiadada. Impusieron exorbitantes cupos de guerra: a las ciudades con destacado movimiento comercial y si se negaban hacerlo, quemaban sus más importantes edificios públicos También se impuso este mismo pago a ciudadanos acaudalados y a compañías importantes.

El Prefecto Federico Ríos escribió en su memoria lo siguiente “Las huestes chilenas que invadieron este departamento, antes y después del desastre nacional, se olvidaron de los principios de la guerra usados en los pueblos cristianos, llevaron por todas partes la devastación y la ruina a muchas personas, cuya riqueza privada impulsaba antes el desarrollo comercial e industrial del departamento. Al retirarse dejaron nuestros pueblos en el más lamentable estado de miseria y frustración”. (3)

Robert Markham en su libro, en referencia, continúa diciendo que: “Ordenose a Lynch que arrasase todo el litoral peruano, desde el Callao a Paita, y aquél cumplió sus instrucciones al pie de la letra, arruinando dondequiera tanto la propiedad pública como la privada. Los daños que causó no sólo en los puertos marítimos de Huacho, Supe, Salaverry, Trujillo, Pacasmayo, Chiclayo, Eten, Lambayeque y Paita, sino en todas las villas, haciendas y plantaciones, fueron incalculables.…..las casas que se incendiaron fueron regadas previamente con petróleo y otras sustancias igualmente inflamables”.

La prioridad que tuvieron los chilenos, fue la de cortar los ingresos que permitían al Gobierno Peruano, abastecerse de dinero para comprar armas y pertrechos. Su principal blanco fueron las grandes haciendas que tuvieran ingenios azucareros y las industrias más rentables, su servicio de inteligencia había determinado, que de las haciendas del Norte, salían los recursos que utilizaba el Perú para enfrentar la guerra.

En las ciudades del departamento así como en otras del país sus hijos se ofrecieron como voluntarios para defender su patria, los flamantes soldados reclutados -alrededor de 300- fueron distribuidos en dos batallones de infantería. El 25 de Abril el pueblo de Chiclayo, en colecta pública logró reunir lo suficiente para armar y vestir un escuadrón de caballería al que denominó “Huáscar”, el mismo que partió a la ciudad de Lima.

El 24 de setiembre de 1,880 las fuerzas chilenas llegaron por mar a las costas de Lambayeque a bordo de los cruceros “Itata” y “Copiapó” y de las corbetas “Chacabuco “ y “O’Higgins”, desembarcaron durante dos días en Puerto Eten sin encontrar resistencia alguna, bajaron a tierra 2,700 hombres de infantería, artillería y caballería, cañones, armamento y 300 caballos.

Capturaron el telégrafo, se apropiaron de la mercadería que se encontraba en los almacenes de la aduana, quemaron las oficinas de la compañía del ferrocarril y el de la Aduana Mayor, destruyeron toda clase de embarcación que pudiera significar un peligro para ellos, luego de obligar a reparar la avería producida a propósito al tren, se embarcaron hacia la ciudad de Chiclayo seguidos por la caballería, causando pánico en los pueblos de Eten y Monsefú.

Lynch al llegar a esta capital tampoco encontró resistencia alguna, siendo su primera acción la de hacer quemar los locales de la prefectura, de la Caja Fiscal, de la subprefectura, el Palacio Municipal y la torre del reloj público. Saquearon los comercios que estaban ubicados en la parte central de la ciudad. Al molino Solf le robaron alrededor de 500 bolsas de arroz que tenían almacenados.

El Prefecto Manuel Aguirre huyó hacia el interior, abandonando a sus conciudadanos a merced de los ocupantes. Con respecto a este hecho, Heraclio Bonilla en su libro "Un Siglo a la Deriva", trascribe una carta que fuera enviada por Don Antero Aspillaga a su hermano Ramón, el 24 de octubre de 1880, en donde textualmente dice:

“Durante el día (24 de setiembre de 1880), el Prefecto recibió una nota del jefe de la expedición, señor Lynch, en la que le exigía la entrega pacífica de la plaza, imponiéndole a la vez un cupo de no se cuantos miles de soles de plata. La respuesta del Prefecto nos es desconocida, pero se nos asegura que ella no estaba concebida en términos convenientes y patrióticos y que comprometían de manera seria su patriotismo. Sin embargo, a pesar de esto, dicho funcionario, determinó abandonar la estación de Monsefú y a las 10 p. m. se dirigió con toda su gente a Chiclayo, de cuyo lugar salió en tren espacial a la hacienda de Pátapo para dirigirse de allí a Chongoyape. Esta población se quedó, pues, completamente sola, abandonada de las autoridades y resguardada únicamente por la guardia urbana compuesta de extranjeros, pues hasta el Alcalde Municipal y la mayoría de sus colegas habían abandonado la ciudad”

Los invasores instalaron su caballería en el local destinado para que funcione el hospital y la tropa en el local del colegio San José. Se impuso un cupo general al departamento de 150,000 soles de plata fuerte, señalando que era para todos los pueblos que lo conformaban y que lo pagarían de acuerdo a sus posibilidades.

En los días siguientes se publicó un bando en donde figuraban los pueblos, compañías, haciendas y empresas industriales que deberían de pagar el cupo de guerra: A la empresa del ferrocarril y muelle de Eten se le impuso el pago de 50,000 soles de plata fuerte y el uso del ferrocarril cuando lo estimasen conveniente; a la ciudad de Chiclayo 20,000; a Lambayeque 10,000; a Ferreñafe 6,000. Se les impuso un cupo de 1,000 soles de plata fuerte a las haciendas “El Combo”, “Cayalti” y “Ucupe”. La hacienda Pátapo de la familia chilena Ramos Viel izó la bandera de su país.

Los chilenos estuvieron en Chiclayo dos semanas, creando pánico en los sitios a los que llegaron, para lograr que se pagaran los cupos se quemaron las viviendas de los siguientes señores: José María Arbulú Clark ubicada en la calle San Cayetano (Balta); José Quiñones y Lastres ubicada en la calle Las Mercedes (7 de Enero); José Villasís ubicada en la calle Del Congreso (Elías Aguirre) y 5 casas más de las que no hay datos de su ubicación ni de sus propietarios. Lo mismo hicieron con la casa, galpones y sembríos de la hacienda “Vista florida”, igual suerte corrió parte de los sembríos de la hacienda “El combo”. Los pueblos de Eten y Monsefú fueron arrasados como ejemplo a los morosos. Los chinos y demás asiáticos traídos para la faena agrícola, colaboraban en cuanta barbaridad cometían las hordas invasoras en las haciendas y fundos de la localidad.

En octubre los cupos fueron rebajados a la mitad con la advertencia de que serian más drásticos en las represalias. Hay que resaltar el apoyo prestado a los chiclayanos sobre todo a las jovencitas, de parte de los señores Alfredo Lapoint dueño del molino “La unión” y Virgilio Dall’ Orso dueño del molino “Nacional”, quienes asilaron a esta gente durante la ocupación chilena, dándoles alimentación y seguridad, guardando las joyas y tesoros de las iglesias “Matriz” y “Verónica”. (4)

Asimismo la actitud valiente y desinteresada del Cónsul americano Carlos Montjoy, intervención que motivó que el invasor no fuera tan severo, sobre todo en la oportunidad en que se iba a quemar el “Teatro 2 de mayo”, el mercado, un colegio y el local del conocido “City Hall”.

El 8 de octubre se realizó el combate naval de Angamos, batalla en la que Miguel Grau al mando de monitor Huáscar fue derrotado, derrota que significo el avance incontenible de la fuerza naval chilena en toda la costa peruana. En esta gloriosa batalla se inmortalizaron los lambayecanos: capitanes de fragata Remigio Elías Aguirre y Diego Ferré Sosa.

Como las principales autoridades habían fugado con rumbo desconocido, tanto Monjoy como el vice cónsul inglés señor Fry formaron con ciudadanos extranjeros radicados en Chiclayo la “guardia de los neutrales”, para el cuidado de las propiedades abandonadas, que estaban siendo atacadas por delincuentes. Esta actitud de proteger la propiedad, fue tomada en vista de que los mismos chiclayanos eran los que terminaban los saqueos que iniciaban los chilenos. (5)

Bonilla trascribe en su libro en referencia, otra carta que fuera enviada por Don Antero Aspillaga a su hermano Ramón, el día 18 de octubre de 1880, en donde textualmente dice:

"Todo (en) Chiclayo ha sido vergonzoso, no por los chilenos, sino ¡pásmense!, por los robos de los mismos hijos de Chiclayo, la plebe más imbécil y degradada. No sólo formaban cola tras de los chilenos cuando incendiaban y sacaban muebles y artículos del país como arroz, maíz y luego los del pueblo chiclayano barrían y recogían con todo, sino que se han ocupado en denunciar, ¡ellos mismos! al Sr. Lynch y a los jefes, quienes eran los hijos del país que tenían fortuna; en fin todos los trapos sucios de la casa los mostraron".

En aquellos años los Editoriales de los diarios que circulaban en Lima y provincias, estaban llenos de un hondo contenido nacionalista, todos sin excepción se ocupaban de dar a conocer lo que sucedía en esta desgraciada guerra. El diario “La Patria” de la ciudad de Lima, aparte de fustigar al enemigo, informaba en todas sus ediciones, de las continuas remesas que enviaban los chilenos a su patria, de lo robado en el Perú. Las notas que publicaba las obtenía de los manifiestos que emitían los puertos; así como las que hacían los diarios mapochinos, sobre todo las que publicaba su homólogo chileno que circulaba en 1880.

“La Patria” en su edición N° 2916 de fecha 6 de diciembre de 1880, reproduce una nota chilena en la que daban a conocer que el día 27 de octubre; la nave “Itata” había traído del Perú, un valioso cargamento que además de arroz, azúcar, algodón y tabaco, habían enviado 8 cajones conteniendo diversas joyas en oro, plata y piedras preciosas que los chilenos quitaron, como lo que fueron, vulgares delincuentes, a los pobladores de Chiclayo, Eten, Ferreñafe, Lambayeque, Monsefú, San Pedro y zonas aledañas.

Esta es la relación de las joyas y dinero en efectivo que se envío en esa oportunidad:

• 11.80 kg. de joyas en oro. (Aretes, dijes, esclavas, cadenas y prendedores) con incrustaciones de piedras preciosas y/o con perlas.
• 71.15 kg. de plata chafalonía. (38.21 kg. provenían de San Pedro)
• 5.06 kg. de plata piña en bruto.
• 22.10 kg. de plata en barras.
• 139 anillos de oro.
• 06 anillos de oro con brillantes.
• 23 anillos de oro con diamantes.
• 11 anillos de oro con piedras preciosas.
• 11 relojes de oro.
• 7 relojes de plata
• 2 camafeos uno de oro puro y otro de oro con rubíes
• 112.50 gramos de perlas finas.
• 1,794.00 pesos de plata fuerte, proveniente de los cupos impuestos a los ciudadanos chiclayanos. Este pago que hicieron fue para salvar sus propiedades de ser robadas y quemadas.
• 3 diamantes para cortar vidrio.
• 1 cajita de oro conteniendo piedras preciosas.
• 1 huevo de madera finamente decorado, conteniendo un número no determinado de piedras preciosas.
• 10,688.50 pesos en moneda sellada.
• 29,050.00 libras esterlinas, cantidad cobrada como parte del cupo de guerra a las siguientes empresas extranjeras: 3,250.00 a la Compañía del Ferrocarril de Eten; 1,000.00 a la hacienda Cayalti; 24,800.00 a las haciendas y molinos de propiedad de extranjeros que se hallaban entre Chepén y la ciudad de Trujillo.
• 11,423.00 pesos de plata fuerte, cantidad cobrada como parte del cupo de guerra, de acuerdo a la siguiente relación: 1,923.00 a la ciudad de Chiclayo; 4,000.00 a la Ciudad de Lambayeque; 1,000.00 a la ciudad de Ferreñafe; 500.00 a la hacienda “El Combo” y 4,000.00 a la ciudad de Ascope.

Todo este contenido fue entregado al señor comandante en jefe, por la oficialidad del regimiento de línea Buin 1°; que se encontraba acantonado en la ciudad de Chiclayo, posteriormente remitido al cuartel general para su traslado a Santiago. (6)


A inicios de 1881 se consolido la invasión chilena en todo el Perú, al final de la guerra solo quedaron desgracias. Héroes lambayecanos como: Andrés Torres Paz, Juan Fanning García, Pedro Ruiz Gallo, Natalio Sánchez y muchos más ofrendaron su vida por una patria libre.

Luego de la batalla de San Juan el 13 y la de Miraflores el 15 de enero de 1,881, los invasores ocuparon Lima, avanzando luego por tierra hacia otras ciudades. El día 13 de Abril arribaron a Chiclayo los chilenos por segunda vez, esta vez bajo el mando del coronel José Urritel Urrutia, instalándose en los mismos lugares que ocupó la expedición Lynch, esta vez ocuparon y explotaron las islas Lobo.

Los chilenos convenientemente instalados, procedieron además a imponer cupos a exigir que el pueblo pague la manutención de su tropa de ocupación, tema que fue abordado por las autoridades locales nombradas en reemplazo de las que fugaron fuera de su circunscripción.

Los ciudadanos Manuel Mariadegui, Eugenio Moya, Mariano Polo, Ángel González, Benigno Bullón y Pedro Chalcatana, entre otros destacados chiclayanos, formaron parte de la “Junta económica auxiliadora” cuya misión fue dar solución a este requerimiento, logrando ponerse de acuerdo con los representantes de la Provincia de Lambayeque, y con los de los distritos de: Monsefú, Eten, Reque, Lagunas, Saña, Chongoyape, Picci y Chiclayo; a esta lista se sumaron los hacendados con propiedades en el departamento. En mayo de 1881 esta contribución llegó a la cantidad de s/. 54,000 soles de plata fuerte. (7)

Los usurpadores se hicieron cargo del muelle de Puerto Eten y cobraron los derechos por el uso, así como el impuesto por la importación y exportación de productos. El 17 de Mayo el general Baquedano contrajo una enfermedad y fue relevado del puesto, Lynch fue nombrado comandante general del ejército chileno de ocupación. El 31 de octubre el comandante Silvestre Uriza Garfias asumió el cargo de Jefe militar del Norte, región que abarcaba los departamentos de La Libertad, Lambayeque, Piura y Cajamarca.

El 24 de noviembre una expedición de 81 soldados chilenos capturaron en Mochumí a dos patriotas de la resistencia lambayecana que se encontraban reclutando gente para engrosar las fuerzas peruanas, estos valientes fueron ultimados en el mismo lugar, como señal de advertencia, en este pueblo se quedaron algunas horas esperando refuerzos. Luego continuaron su viaje hacia la hacienda del señor Barragán, al llegar iniciaron una búsqueda casa por casa, encontrando en una de ellas 20 fusiles, el peón que allí vivía fue fusilado y al hacendado se le impuso un pago de 1,000 soles de plata.

La actividad de la resistencia se dejaba sentir en los pueblos del departamento, coordinaban acciones con la de Piura, Cajamarca y La Libertad, sobre todo con la del chotano José Manuel Becerra. El 16 de diciembre el mayor de nacionalidad chilena Eulogio Villarreal fue enviado hacia el norte al mando de 130 soldados, con la finalidad de reunir más datos sobre pueblos, haciendas y fundos existentes en la zona y se les pueda cobrar el respectivo cupo de guerra, además para buscar a sus soldados desertores, visitaron los poblados de Túcume, Jayanca, Motupe, llegando a 10 leguas al sur este de Olmos.

De regreso y cerca al pueblo de Motupe fueron atacados por la resistencia lambayecana que dirigía el patriota Soberón, la fuerza local compuesta por 200 hombres armados con fusiles, machetes y puñales pusieron en fuga a los chilenos, quienes al verse superados se dirigieron hacia Lambayeque, desde donde solicitaron apoyo a la fuerza acantonada en Ferreñafe, los lambayecanos les habían ocasionado algunas bajas.

El día 18 regresaron a Motupe encontrándolo abandonado, solo había en el lugar algunos ancianos, el Jefe ordenó que se siguiera las huellas dejadas por los motupanos, en el camino 8 patriotas se les enfrentaron en una acción de sacrificio con el fin de que la mayoría de sus compañeros se pusieran a salvo, finalmente estos valientes fueron cercados y ultimados, al ver que les era imposible alcanzar al grueso de la columna patriota, los chilenos regresaron a Motupe y como represalia quemaron el pueblo.
Hacia el lado este del departamento fue otra expedición al mando del comandante Isidro Labra, cobraron cupos a las haciendas “Tinajones”, “Almendral”, “Tabacal”, “Pampa Grande” y al pueblo de Chongoyape.

El 20 de enero de 1,882 se desato una epidemia de “fiebre perniciosa” que se extendió por casi toda la costa norte, producto de este mal 16 soldados chilenos quedaron inválidos y 37 murieron, entre las víctimas se encontraba el coronel José Urritel Urrutia.

El 2 de Febrero el Gobierno Peruano nombró como Jefe de la región militar del Norte al Coronel Miguel Iglesias, quien convocó a una asamblea de la región. El 13 de mayo el comandante Demetrio Carballo Orrego asumió el mando de la fuerza invasora local, adoptando una posición más dura en contra de los lambayecanos. El 5 de julio incendiaron la caleta de San José al negarse sus habitantes a suministrarles pescado fresco.

La “Asamblea de Montán” que se realizó el día 31 de Agosto, eligió a Miguel Iglesias como Presidente Regenerador de Perú, a esta asamblea asistieron como representantes del departamento, los chiclayanos Manuel Revilla (titular) y Santiago Vásquez (suplente).

En las dos oportunidades en que las huestes invasoras ocuparon este departamento fueron la peor desgracia que hemos tenido, estos bárbaros no tuvieron contemplación alguna con nuestros antepasados, a los rincones a donde llegaron, llevaron desolación, angustia y lagrimas, muchos peruanos perdieron todo el trabajo de su vida en un momento, al ver como sus hogares eran destruidos; fueron ingentes sumas en dinero y alhajas las que robaron estos delincuentes. Algunos pueblos fueron quemados y se ultrajaron a sus mujeres, solo por el hecho de que sus habitantes ponían resistencia, Exigían que el cupo impuesto sea pagado en plata sellada. Algunos templos fueron saqueados de sus joyas, muebles y pinturas coloniales.

Destruían cultivos enteros y se llevaban los animales de labranza que luego eran sacrificados para su beneficio. Impusieron nuevos y exorbitantes precios a las aguas de regadío, haciendo más costoso de lo que ya era sembrar. Aumentaron el valor de la contribución predial e industrial y los cobraron anticipadamente. Impusieron un cupo de guerra a la exportación de azúcar y el cobro del impuesto a la patente profesional, de arte e industrial.

Se implantó y se exigió el pasaporte, aún para salir solo a cien metros del pueblo, se emitieron boletos de ocupación que cobraron sin excepción de persona, incluso a menores y extranjeros. El coronel chileno Herminio González impuso una multa de 50,000.00 soles de plata a Chiclayo, como castigo por que sus ciudadanos en su mayoría no reconocían como Presidente al general Miguel Iglesias, muchos prefirieron ir a prisión y a otros se les sometió a vejámenes.

En ocasiones uno que otro soldado chileno aparecía muerto en la calle, si este había sido asesinado, los soldados reunían a todos los hombres del vecindario aplicándole la cuenta del “quinto”, este quinto significaba contar en forma sucesiva separando 5 personas, a los que les tocaba este número eran fusiladas en el acto, sino encontraban hombres reunían a las mujeres y por sorteo les cortaban un seno. (8)

Como resultado de la ocupación, los sureños extrajeron de las islas Lobo cerca de 130,000 toneladas de guano, que fueron vendidos a los Estados Unidos de Norteamérica. La hacienda “Cayalti” de la familia Aspillaga pago el cupo de 1,000 soles de plata impuesto al pueblo de Saña, aún cuando nadie le pidió hacerlo, ya que sabían que este préstamo era imposible de cobrar a un pueblo pobre que solo tenía como garantía sus tierras, iniciándose así un largo periodo de usurpación de tierras comunales, que trajo como consecuencia el alzamiento de los sañeros en 1,913 Este movimiento encabezado por José M. Cachay, fue reprimido violentamente por las fuerzas del orden, causando, entre estos muchas víctimas.

El escuadrón de caballería “Huáscar” integrado por lambayecanos formó parte del batallón de caballería “Rímac”, esta fuerza fue sorprendida en la quebrada de Lurín, los chilenos ocasionaron muchas bajas a este cuerpo por lo que tuvieron que rendirse. Uno de los batallones de infantería formó parte de regimiento “Libertad” que luchó valientemente en la batalla de San Juan, luego de esta derrota los sobrevivientes se reagruparon formando el batallón “Lambayeque” que intervino en la batalla de Huamachuco.

Entre los héroes de esta guerra se encuentran los lambayecanos: capitanes de fragata Remigio Elías Aguirre y Diego Ferré Sosa muertos en la batalla de Angamos; el teniente coronel Pedro Ruiz Gallo que murió manipulando un torpedo de su invención; José león en Arica; Miguel Orbegoso en Tacna; el teniente coronel Natalio Sánchez, el capitán de navío Juan Fanning, José A. Torres Paz, Mariano Pastor, José Falen, Rosendo Izaga, Antonio Rojas, Martín Martínez, Manuel González, Francisco José Esquén, José Espinoza, Francisco Manuel Rosado, José Valverde y Pedro Zambrano en la batalla de Miraflores. Eduardo Gallo en el Campo de la Alianza; el teniente, Lorenzo Pallesca, Manuel Vilela, Calixto Soto, Francisco Vallejos, Manuel Seclén, Francisco Suárez en la batalla de San Juan; Jacinto Pastor en el Morro Solar; Juan Antonio Balcázar, Pedro Gómez y Bernardo Uchofen en Chorrillos. Cabe resaltar las históricas palabras del mártir lambayecano Juan Fanning García, cuando en su lecho de muerte pronuncio la frase “Muero por la patria”.

Además lucharon valientemente nuestros codepartamentanos: capitán de fragata Leopoldo Sánchez Calderón, los sargentos mayores Augusto B. Leguía Alcedo, Santiago Luís González, Santiago Paredes, Luís Mesones, Francisco Quiñones y Lastres, Manuel Ojeda, Pedro Aricochea, el subteniente Luís Castillo Muro y el maquinista del buque de guerra “Talismán” Manuel Antonio Mesones Burga.

El 26 de Julio de 1,883 el ejército invasor desocupó el departamento y al retirarse desmantelaron las instalaciones portuarias y malograron lo que no pudieron llevarse de las Islas Lobo, también se llevaron el faro de Puerto Eten, la calma volvió, pero se reanudó la lucha interna por el poder.

El gobierno de Iglesias, nombró interinamente a don Baltasar García Urrutia como Prefecto y Comandante General del Departamento de Lambayeque, ni bien recibió el encargo del Gobierno Regenerador se hizo cargo de la Conducción Política y Militar del Departamento. Su primera disposición fue la de restablecer el ejercicio de la leyes de la Nación y el acatamiento a las disposiciones emanadas por la Asamblea Regional que funciono en Cajamarca. (9)

El 22 de Noviembre se nombró como Prefecto a Don José Iraola, al hacerse cargo encontró una severa crisis económica debido a que los chilenos habían cobrado impuestos y contribuciones adelantadas a diciembre, también había la necesidad de nombrar un apoderado fiscal y la formación de un nuevo padrón de contribuyentes ya que el que existió había sido quemado por los chilenos. (10)

Se formaron comisiones con el fin de restaurar o construir los locales públicos que habían sido atacados por los chilenos, teniendo como principal objetivo los edificios de la Municipalidad, el de la prefectura y la Torre del Reloj, el local del Colegio San José fue dejado en pésimas condiciones; los presupuestos de cada uno de los inmuebles fueron presentados al Ministro del Ramo, pasarían algunos años para que se pudiera iniciar la construcción o reconstrucción según el caso.


BIBLIOGRAFIA

1. “Economía agraria de Lambayeque y la guerra 1879 – 1886”
José Gómez Cumpa
Revista de análisis del norte “Alternativa”
Director Walter Marcelo Vargas.
Julio de 1992 –Nº 17

2.- “La Guerra entre Perú y Chile”,
Sir Clements Robert Markham. Londres 1882
Traducida por: Manuel Beltroy.
Editorial Universo. Lima 1922

3.- Memoria de Prefecto del departamento de Lambayeque
Coronel E. P. José Miguel Ríos.
Chiclayo, enero 1° de 1,878

4.- Lambayeque durante la guerra con Chile
Eric Mendoza Samillán
Revista dominical del Diario “La Industria”
Chiclayo, 2 de marzo de 1,986

5.- La guerra del Pacífico, Volumen II
Lambayeque en la coyuntura de la guerra del Pacífico
Wilfredo Kapsoli Escudero. Lima, Perú – 1,884

6.- Diario “La Patria”
Hemeroteca de la “Biblioteca Nacional del Perú”
Director: Jesús Obin
Lima, 6 de diciembre de 1880

7.- “Economía agraria de Lambayeque y la guerra 1879 – 1886”

8.- Lambayeque durante la guerra con Chile.

9.- Centro de Estudios Históricos Militares del Perú.
Decretos Nº 1 y 2 de fecha 26 de Julio de 1883

10.- Centro de Estudios Históricos Militares del Perú.
O. L. 550 - 151

Eric Mendoza Samillán
Del libro "Lambayeque en el siglo XIX."